El arte de "titear"

Haciéndote que no perteneces pero conociendo cada sucursal, sabiendo como que no quiere la cosa... precios, días de barra libre, y hasta fiestas destinadas a cada peculiaridad social. Piensas que la muchedumbre es la que habita esos lugares, pero todos tus amigos conocen y hasta te encuentras a tus amigas en el baño, pero eso sí lo que en el baño pasa ahí se queda.
Es aquí donde voy a confesar una noche que me apena tantoooo
Iba yo con la banda que nomas no subsistió. pero estábamos las 5 muy contentas cheleando de lo más a gusto en un balcón, viendo la turba en la parte inferior, en eso una mujer alta, delgada, pelo negro, y tez (desde esa perspectiva) blanca, con una chamarra cazadora de color rojo, calcetas blancas enrolladas que se dejaban ver entre sus movimientos toscos, sus mocasines, y una camisa mal fajada de colores brillosos. Ella bailaba sola sin meterse con nadie, pinto su boca de un rojo intenso, y cerraba los ojos llevándose por la música muy a su manera.
Nosotras desde arriba tal arpías, la encontramos, y apuntamos nuestro veneno hacía ella, yo dispersa como siempre tarde en encontrarla pero no falto que mis amigas la apuntarán y se carcajearan de su poca gracia.
Una dijo que era el prototipo exacto del lugar, otra dijo que era casi deforme, otra que le recordaba un poco a ella, la quinta y yo no dijimos nada, pero a la que le remitía repugnancia tuvo la gran idea de retarnos y no entiendo por que yo caí en tal provocación
El reto era bajar e invitarla a bailar, recuerdo que bajaba enfadada por que aquella muchacha no me había hecho ningún daño y más mal me haría ella al rechazarme, (por que no se cura uno rápido de ser rechazado en lugares así), pero llegue a la pista, recuerdo el olor insoportable, unas jotas en un especie de desafío de música pop que me impedían el paso, por fin pude atravesarlas y ahí ella estaba, con sus ojos cerrados sólo escuchando la música, sin darse cuenta de nada de acá, y mis amigas fijando sus miradas como puntas de flechas... al levantar la mirada, las veo con sus carcajadas, impacientes por mi movimiento, por la burla hecha realidad, por verme ahí bailando con una chica que no tenía culpa de su falla al vestirse.
Me acerque le susurre al oído, no me escucho, subí un poco mi voz y le pregunte la hora, ella enfadada abrió sus ojos, respiro hondamente, vio mi mirada, y se enfado más, yo abrí más mis ojos y me asuste, no creía lo que veía, la barrí detalladamente, vi el tamaño irreal de sus manos, vi lo marcado de sus brazos, vi lo moreno de su piel, vi el maquillaje mal aplicado y exagerado, y vi un hombre que me dijo con la voz que mas podía mantener en calma....Déjeme en paz.
Sentí una culpa terrible, y sin decir nada deja que la gente nos distanciara tal como un telón, di pasos atrás y subí, cuando ellas seguían impacientes por saber que me había dicho, yo la mire por última vez desde arriba, vi como fuera a una mujer, sin el atavío mas lindo, y con la soledad por enfrente, suspire y mire a mis amigas, baje la mirada, respire lo más hondo que pude para jalar de las vísceras mi siguiente comentario... les dije “Pinche vieja cabrona me bateo”, todas guardaron por un instante el silencio ese que por más ruido del ambiente tu ves en cámara lenta los ademanes esos de vergüenza ajena, ellas se rieron de mi, sabía perfectamente que el decir eso me ubicaba en un desprestigio total, por que no sólo ya pertenecía a ese lugar, si no que en ese momento era mucho para mi. Esto hizo que mis amigas por el poco respeto que me tenían la omitieran ya de sus burlas para no hacerme sentir más mal de lo que aquel ridículo pesaba.
Seguimos haciendo como que no pertenecíamos, y brinde con ellas, toda una noche de nuestras vidas como que no quiere la cosa queriendo ser en sus horas... otras personas.